Cada tarde subo a la torre más alta del castillo donde ella está encerrada,
la escalera es empinada y parece que está tapizada de recuerdos de aquel tiempo
cada vez más lejano . Cuando llego a la sala redonda donde ella me espera mi respiración
es fatigosa. Aquella juventud que parecía eterna empieza a abandonarme.
Ella sigue igual solo en sus ojos se advierte el paso del
tiempo, la soledad y la esperanza vencida. Aunque hermanas también éramos
amigas, el mundo parecía creado para nosotras, todo a nuestro alrededor era fértil y frondoso, los frutos y los
animales hacían que el entorno de nuestro castillo fuera idílico.
Las dos cabalgábamos juntas ella disfrutaba del paisaje, a mi que desde pequeña mi padre me había adiestrado
en el manejo de las armas, me gustaba más ojear y ver donde se podrían encontrar
más animales para la temporada de caza.
Tuvimos varios amoríos, pero ninguno resultó ser lo que ambas
buscábamos.
Pero un día llegó él
fue una mañana fría de invierno pero luminosa y alegre, como a aquél ser
maravilloso que nos llegaba como llovido del cielo. Era alto rubio con unos
ojos azules como el mar, dulces y acariciantes pero a veces se asomaba a ellos
un fuego que calcinaba todo lo que ponía a su alcance
Iba de paso había una reina que en un país grande y lejano le
esperaba para hacerle rey
entregándole riqueza y poder en
un anillo de oro.
No tenía prisa era como un niño que encuentra un juguete, se
adueñó de nuestro pequeño reino y de nosotras.
Nos escribía poesías, tocaba el Laúd , componía bellas
canciones y nuestra pequeña corte vivió unos meses en un sueño dorado.
Nos cortejó a mi hermana y a mí hasta que las dos nos enamoramos de él.
No nos importó compartir nuestro lecho con él y que se
llevara la virginidad de ambas.
Llegada la primavera,
partió una mañana igual que había llegado. nunca más volvimos a saber de él.
Mi hermana desde ese día se subió a la torre y hace varios años que vive allí encerrada. Yo lo sentí pero también pensé que nuestro reino necesitaba de mi, que en la vida había muchas cosas que hacer, que vivimos una aventura preciosa pero nada más.
Mi visita de esta tarde es para hacerla saber
que voy a contraer matrimonio con un príncipe bueno y generoso, al que pienso
querer y respetar.
Nuestro reino necesita descendencia, lo entiendes? le pregunté . Contestó que sí
- Que sabía que las dos éramos muy diferentes que me deseaba toda la felicidad del mundo .- Que ella lo era viviendo de sus recuerdos.
Así que tendré que seguir subiendo siempre que quiera
verla a la torre más alta del castillo.
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